Aunque es un tema que los clientes sólo empiezan a abordar una vez iniciadas las obras, el uso del color en el diseño arquitectónico es algo que prefiero tratar en una fase temprana del proyecto. En la actualidad, existe una tendencia generalizada a creer que el uso del color puede ‘cansar’ o afectar irreversiblemente al futuro de los espacios y, por tanto, a elegir una paleta monocromática para no ‘arriesgarse’. Por otro lado, de forma mucho más reducida, algunos están experimentando con una tendencia hacia el color total en espacios llamativos con un carácter muy fuerte.


No hay una regla preestablecida, depende sobre todo del gusto de la persona que va a habitar el espacio, pero también del filo conductor del proyecto, de la estancia que estamos amueblando y del estilo que hemos elegido, teniendo en cuenta si tenemos elementos preexistentes como un suelo o mobiliario para intentar integrarlos armónicamente.
Un aspecto que no hay que dejar de lado es la luminosidad del interior. Además de la luz natural, no hay que olvidar la importancia del diseño de la iluminación, que va de la mano con el del mobiliario y la elección de los colores. La elección correcta de la luminaria y de la temperatura de la luz puede resaltar elementos casi como un color más en el diseño.
El blanco y el beige no son los únicos colores neutros
En primer lugar, hay que partir de los fundamentos de la teoría del color. Una herramienta esencial es el círculo cromático creado por Johanness Itten en 1961, que consiste en un círculo exterior de 12 colores formado por los 3 colores primarios, los 3 colores secundarios y los 6 colores terciarios que se forman al combinar los colores primarios con los secundarios. Gracias a la elaboración de esta teoría, podemos establecer cómo la combinación de colores complementarios u opuestos en la rueda cromática (por ejemplo, amarillo/violeta, rojo/verde o naranja/azul) crea armonía y un fuerte impacto visual, ya que se anulan entre sí cuando se superponen y se realzan cuando se colocan cerca unos de otros.

La percepción de los colores no es un hecho científico. Convencionalmente, un color se percibe como cálido si transmite una sensación de calor como la del fuego o el sol, y por eso se prefieren estos tonos para hacer un espacio más acogedor. En cambio, un color frío se percibe así porque se asocia a la sensación de hielo, agua y cielo, y suele preferirse para dilatar los espacios y hacerlos más aireados.
Los colores neutros son, por definición, los de baja saturación o intensidad y, por lo general, no poseen un matiz prominente, suelen ser relajantes y fáciles de usar, por eso los utilizan tantos diseñadores de interiores. Tradicionalmente, los neutros son el blanco, el beige, el gris y el negro; a ellos se suman el topo, el caqui, el rosa empolvado, el verde salvia y el marfil. La elección de un color neutro cálido o frío es el punto de partida para elegir la paleta de colores de la habitación que se va a diseñar.


La regla de los tres colores
Una regla muy famosa en la combinación de colores es la regla de los tres colores, también conocida como regla 60-30-10.
- El 60% de la presencia cromática viene dada por el color principal, generalmente neutro, base de nuestros interiores, generalmente dictado por elementos fijos como paredes, suelos, puertas. El mismo color neutro puede ganar profundidad y movimiento mediante el uso de diferentes estampados y texturas, la combinación de elementos brillantes y opacos o combinando distintos tejidos.
- El 30% de la presencia de color la aporta el color secundario, un color más intenso que el primario, que puede seguir la misma gama cromática o variar. No siempre tiene que ser un color fuerte o brillante, también se pueden crear contrastes armoniosos eligiendo dos tonos neutros diferentes. Se utiliza para resaltar elementos como un mueble fijo, una pared.
- El 10% de la presencia de color es acento o color de ruptura, que se reserva para unos pocos elementos decorativos y táctiles. Aunque los colores neutros pueden crear un fondo armonioso, los colores elegidos para los acentos y el mobiliario pueden tener un gran impacto en el estado de ánimo y la atmósfera del ambiente.



Consejos para elegir los colores
En primer lugar, observa tu entorno. Cuando examinamos un espacio, aunque sea inconscientemente estamos recibiendo información distinta del color: las texturas, la iluminación artificial, los reflejos del cristal y el metal, el orden de los elementos, las formas y las alturas.
El uso de colores oscuros no siempre da la percepción de reducir el espacio, a veces predomina la elegancia que puede transmitir. El no color, por su parte, tiene un aspecto de compostura y pureza y medida que ningún color puede tener. Pero no todos los entornos son iguales, cada uno con sus particularidades necesitará adaptaciones ad hoc.
Inspírate en las propuestas que puedes encontrar en salas de exposición y en Internet, es importante tener referencias a partir de las cuales empezar a trabajar. Confía en la ayuda de profesionales que puedan ayudarte a crear un moodboard y combinaciones que se adapten a tu gusto personal pero, sobre todo, disfruta del camino!


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